Enseñar la vida
Cómo un terremoto de 7,1 grados no pudo detener a los maestros de Morelos, México
MAY 7, 2018
El 19 de septiembre de 2017, Nancy Mateos Núñez daba una clase de pintura a sus alumnos de 6 años en la escuela de Narciso Mendonza, en el pueblo de El Jicarero, México. Algunos de los niños estaban pintando sus casas y familias, otros pintaban ríos, lagos o montañas. Eran las 13:14 y la tierra empezó a temblar. Sólo habían pasado unos minutos desde el simulacro anual realizado el 19 de septiembre en recuerdo del terremoto de 1985. Esa tarde, las clases acababan de reanudarse cuando se produjo el terremoto.
Afortunadamente, Nancy estaba dando clase fuera del aula cuando el terremoto de 7,1 grados de magnitud sacudió México. "Mis alumnos son de los más jóvenes de la escuela, así que estaban muy, muy asustados en ese momento. Se agarraron a mis pantalones intentando ponerse a salvo". El caos tras el temblor fue tal que dos niñas entraron en shock
Los segundos parecían horas durante el temblor, pero la mente de la profesora sólo pensaba en una cosa: sus alumnos. "No importa si es tu culpa o si es una catástrofe natural, ellos son tu responsabilidad y sus padres los han dejado a tu cuidado", dice Nancy durante un descanso entre clases. Sólo cuando pasó el terremoto Nancy se dio cuenta de que su hijo de 6 años también es alumno del colegio y cuando fue a buscarlo ya estaba a su lado. "Estoy bien mamá, no te preocupes" le dijo su hijo al ver a su madre ocupada en contar a los niños y en asegurarse de que todos estaban a salvo.
Los momentos de terror pasaron y cuando Nancy pudo levantar la vista fue consciente de lo que había ocurrido. Todos los alumnos y el profesor estaban bien. Pero la escuela estaba destrozada. "Me encanta mi escuela, soy directora desde hace 4 años y profesora desde hace 4. Cuando vi los edificios en el suelo, me rompió el alma ver todo nuestro esfuerzo roto en pedazos".
"Pronto nos dimos cuenta de que nuestro estado, Morelos, había sido uno de los más afectados de todo México y que en Jojutla, la ciudad más cercana, casi 2.600 casas estaban en el suelo", dice Nancy. Todos los profesores tuvimos que hacer grandes esfuerzos en ese momento. Pasamos tres semanas dando clases en la calle por miedo a que los edificios se derrumbaran.Los temores de Nancy y del resto de los profesores se confirmaron cuando los arquitectos del gobierno confirmaron que la escuela ya no era segura y tenía que ser demolida.
Luego fueron trasladados a un Centro de Aprendizaje Temporal donde han estado los últimos seis meses. "Estamos muy agradecidos por ello, pero tenemos que seguir adelante y reconstruir nuestra escuela. Somos más de 150 alumnos en un espacio reducido, sólo tenemos dos baños y los techos de aluminio convierten en un horno las clases con los más de 40 grados centígrados que tenemos en Morelos. Los niños siguen teniendo miedo. Las paredes del TLC son tan delgadas que cuando pasa un camión grande todo vibra y algunos niños lloran o salen corriendo pensando que es un nuevo terremoto" dice Nancy.
Paula Citlali Martínez también se asusta cada vez que alguna de las réplicas sacude la tierra. 'Es difícil olvidar lo que pasó el 19 de septiembre. Para nosotros, Morelos es una zona segura en la que los terremotos no son muy dañinos, pero ahora nuestra percepción ha cambiado en cierto modo", dice Paula, que empezó a dar clases en la escuela Narciso Mendoza con sólo 23 años. Fue muy difícil para nosotras, como mujeres y jóvenes maestras, empezar en esta comunidad. Nos ha costado 7 años ganarnos el respeto de los padres".
La mayoría de los niños que estudian la primaria en El Jicarero o en zonas similares de México trabajarán cuando tengan 15 o 16 años. Este hecho hace que la labor de profesores como Nancy y Citlali sea aún más importante.
"Desgraciadamente para muchos de estos niños esta es la única oportunidad que tendrán, por eso tenemos una gran oportunidad de no sólo enseñarles de forma académica sino también con valores que utilizarán no sólo en sus trabajos sino también en sus vidas. Y la mejor manera de enseñarles es con nuestro ejemplo", dice Citlali.
El padre de Citlatli era un conocido maestro de Morelos y fue él quien la inspiró a seguir con su vocación de enseñar. A los 18 años se fue a estudiar para ser maestra en una Escuela Normal de Puebla llamada 'Miguel Castujo de Alatriste'.'Hay muchas satisfacciones y recompensas por trabajar rodeada de niños, pero para mí la mayor es enseñar a los niños a leer o escribir. Muchos de ellos te lo agradecen y eso no tiene precio".
Las ilusiones de Nancy, Citlali y los demás profesores se hicieron realidad cuando en diciembre el Equipo de Desarrollo de Proyectos de All Hands And Hearts llegó a la Escuela Narciso Mendoza con un proyecto de reconstrucción de 7 meses. "Todos los profesores estamos agradecidos a las decenas de voluntarios que han venido de todo el mundo, pero no sólo queríamos sentirnos agradecidos, también queríamos ayudar en la reconstrucción", explica Nancy. Por eso los profesores han trabajado con los voluntarios de All Hands And Hearts varios sábados compartiendo horas de trabajo de construcción bajo el duro sol de Morelos.
"Tuvimos que ser muy flexibles, fue una suerte que todos los profesores fueran jóvenes porque tuvimos que afrontar muchos cambios. Llevamos más de 6 meses dando clases fuera de la escuela con muchas dificultades. Pero este terremoto nos ha enseñado mucho, mucho sobre la solidaridad, sobre nosotros y sobre la vida. Cuando todos se vayan, nos quedaremos aquí disfrutando de esta nueva escuela que cuidaremos como una casa. Vamos a ayudar a reconstruirla".
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Crédito de la foto y la historia: Pablo Miranzo para All Hands and Hearts